Existe un tipo de ciclista que todos odiamos: el chuparruedas. Esta especie está mucho más extendida de lo que creemos y por regla general tiene una serie de características que pasamos a describir.
El chuparruedas puede ser dos tipos, el que va en la grupeta sin dar un relevo y siempre agazapado esperando a atacar cuando menos te lo esperas (generalmente cuando los otros van ya tocados), o el que se te pega a la rueda cuando vas solo y se aprovecha del ritmo que vas marcando, pero no tiene la valentía de adelantarte. Cuando lo haga será en llano o bajando, nunca subiendo.
Este tipo de comportamientos molestan mucho a los ciclistas y se podría considerar que es hasta de mala educación. No hay nada peor que en un día do e viento en una subida se te pongan a rueda y se vayan aprovechando de tu esfuerzo. Luego, te adelantarán y ni un «hola» te dirán. Generalmente este tipo de ciclistas no suelen pegarse a 50 cm de tu rueda. Suelen ponerse a una distancia prudencial, cómo intentando que no te des cuenta de que van ahí, pero lo suficientemente cerca como para que le marques el ritmo.
Casi todos los ciclistas han sufrido este tipo de situaciones alguna vez. Y seguro que muchos de vosotros habéis sido chuparruedas. Es una situación muy desagradable porque tienes la sensación de que alguien se va aprovechando de tu esfuerzo. Cuando queráis ir a rueda de alguien, al menos, actuad con educación. Os acercáis, saludáis y preguntáis si podéis ir juntos, nadie os dirá que no.
¿Cómo deshacerse de un chuparruedas?
No es sencillo, generalmente las miradas inquisidoras hacia atrás no surtirán efecto en este tipo de ciclistas. La opción de bajar mucho el ritmo tampoco suele funcionar. El chuparruedas es un «animal» que se adapta al medio, bajará también su ritmo y se adaptará al tuyo. La otra opción es comenzar apretar para que se quede. Es una buena opción, pero corres el riesgo de reventarte y que luego el chuparruedas te adelante con sensación de superioridad. Por tanto, la mejor opción podría ser echar pie a tierra, dejarle pasar, y darle distancia para que su ritmo lento y pesado no nos obligue a llevarlo delante. Sin embargo, en estos casos es mejor tratar de ser educado, ofrecerle colaborar y repartir esfuerzos. El compañerismo ha de estar por encima de la rivalidad.
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